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La ley que nunca muere (solo duerme)
WASHINGTON, D.C. | OCT. 07 . 2025
LA REBELIÓN DEL ESPAÑOL.

Foto: EFE.
Setenta años después de que CBS prohibiera a Desi Arnaz hablar español en I Love Lucy, el idioma vuelve al prime time estadounidense. Esta vez, el escándalo no es una frase en spanglish, sino Bad Bunny lanzando una punta en Saturday Night Live que América tiene cuatro meses para aprender español antes del Super Bowl. El halftime show del puertorriqueño en el Super Bowl le está dando en el orgullo a los republicanos. Marjorie Taylor Greene no perdió tiempo: aprovechó para revivir su proyecto de ley que busca declarar el inglés como idioma oficial de Estados Unidos.
El GOP, que lleva años tratando de reconquistar al votante latino, parece haber encontrado una nueva amenaza nacional en un idioma que ya hablan más de 40 millones de estadounidenses. El problema, como siempre, no es el español en sí, sino lo que representa: una América que suena distinta, y que ya no se disculpa por ello.
EL DÍA EN HEADLINES.
![]() CRUCES EN LA FRONTERA CAEN A SU NIVEL MÁS BAJO DESDE 1970 | Los cruces de inmigrantes indocumentados en la frontera con México alcanzaron su cifra más baja en más de 50 años: unas 238,000 detenciones en todo el año fiscal, según datos del Homeland Security. La administración, of course, lo presenta como prueba de que su “mano dura” funcionó, tras cerrar programas de asilo y militarizar el sur. Mientras tanto, las organizaciones humanitarias denuncian abusos y deportaciones exprés. En la frontera, el silencio reemplazó las caravanas: menos gente, más miedo. |
![]() CHICAGO SE DECLARA ZONA LIBRE DE ICE | El alcalde Brandon Johnson firmó una orden que prohíbe a los agentes de inmigración federales usar propiedades municipales para operativos de detención de inmigrantes. La medida responde a redadas recientes que provocaron protestas masivas. El Homeland Security acusó a Johnson de “poner en riesgo la seguridad pública”, mientras la Casa Blanca lo llamó “traidor a los ciudadanos”. Chicago, insiste: proteger a sus residentes también es una forma de seguridad. |
![]() CASA BLANCA BUSCA UN VACÍO LEGAL PARA NO PAGAR A EMPLEADOS FEDERALES | Un memo filtrado sostiene que los trabajadores federales suspendidos por el cierre del gobierno podrían no recibir pago retroactivo, pese a una ley de 2019 que lo garantiza. El documento contradice la guía oficial de personal federal y genera alarma entre sindicatos. Trump dijo que “depende de quién se trate”, mientras el Congreso sigue sin acuerdo para reabrir el gobierno. En Washington, parece que el shutdown no solo cerró oficinas: también apagó la empatía. |
![]() RAMASWAMY PIDE AL PARTIDO REPUBLICANO BAJAR EL TONO | El candidato republicano a gobernador de Ohio, Vivek Ramaswamy, llamó al GOP a dejar atrás su estrategia de “humillar a los progres” y buscar más diálogo. Un cambio que hace dudar. En su discurso en Montana, dijo que el partido está en una encrucijada y debe ver a los rivales políticos como “ciudadanos perdidos, no enemigos”. Un mensaje zen en un partido acostumbrado al ring. Tal vez la nueva táctica sea convencer con palabras en vez de memes. Veremos cuánto dura el mood. |
![]() TAYLOR GREENE ROMPE CON LOS REPUBLICANOS POR OBAMACARE | De Ramaswamy a Marjorie Taylor Greene, ya se comienzan a revelar algunos con las decisiones de la Casa Blanca. La congresista ultraconservadora pidió extender los créditos fiscales del Obamacare para evitar que las primas de seguro médico se dupliquen el próximo año. Greene dijo que no es fan de la ley, pero que los altos costos afectan incluso a su familia. Los republicanos están divididos y los líderes del partido no quieren debatir el tema hasta que se reabra el gobierno. Ironías de la política: la misma ley que quiso eliminar ahora podría salvar su bolsillo. |
![]() UTAH APRUEBA NUEVO MAPA ELECTORAL CON DOS DISTRITOS MÁS COMPETITIVOS | El Congreso estatal de Utah aprobó un nuevo mapa que crea dos distritos donde los demócratas podrían competir mejor, aunque ambos siguen inclinados hacia los republicanos. La decisión responde a un fallo judicial que declaró inconstitucional el mapa anterior por gerrymandering partidista. Aun así, el plan deberá ser aprobado por el juez antes de aplicarse en las elecciones intermedias. Los republicanos incluyeron una enmienda que exige más pruebas de “imparcialidad”, lo que los demócratas ven como un intento de freno. |
![]() TRUMP Y EL PRIMER MINISTRO CANADIENSE HABLAN DE “AMOR Y CONFLICTO” | El presidente recibió a Mark Carney en la Casa Blanca para discutir el futuro del tratado comercial entre EEUU, México y Canadá, que se revisará en 2026. Trump habló de “amor mutuo” pero también de “conflicto natural”, mientras ambos buscan renegociar aranceles en sectores clave como el acero y el aluminio. Las relaciones bilaterales atraviesan un momento tenso, aunque el presidente asegura que todo va great. |
ANOTA ESTO.
El río Bronx está siendo amenazado por los recortes de los fondos federales. En este contexto, ¿quién cuida a los latinos que viven en el Bronx? La propia comunidad.
Descubre cómo en el nuevo episodio de Tierra Mía, un documental producido por Tiempo y Espacio.
EN PROFUNDIDAD.
EL DILEMA DE GOBERNAR POR LA FUERZA
Y otra ley más regresa de las tinieblas… Donald Trump volvió a coquetear con una de las leyes más controversiales del sistema estadounidense: la Insurrection Act, una norma de 1807 que le permitiría desplegar tropas dentro del país sin permiso de los estados. Lo hizo en medio de un pulso judicial con gobernadores demócratas que bloquearon sus intentos de enviar la Guardia Nacional a ciudades como Chicago, Los Ángeles y Portland, donde asegura que el “caos y la violencia” justifican medidas extraordinarias. Los tribunales han frenado sus movimientos, pero el presidente insiste en que, si los jueces o alcaldes lo detienen, “usará la ley para restaurar el orden”. En otras palabras: el control total de las calles.
LA VIEJA CONFIABLE
La Insurrection Act fue aprobada hace más de dos siglos para permitir que el presidente use al ejército o la Guardia Nacional en casos de rebelión, invasión o cuando las autoridades estatales no puedan mantener el orden. En la práctica, es la excepción a la norma que prohíbe a las fuerzas militares participar en tareas policiales dentro del país.
Una herramienta rara (y peligrosa) de usar. Desde su creación, la ley se ha invocado solo en contadas ocasiones: durante la Guerra Civil, en la crisis por los derechos civiles en los años 60, y en los disturbios de Los Ángeles de 1992. En todos esos casos hubo situaciones extremas y, casi siempre, consenso con los gobernadores. Lo que plantea Trump es diferente: usarla sin el aval de los estados, lo que abriría una crisis constitucional sobre los límites del poder presidencial.
Rebelión o protección (depende a quién le preguntes). La administración sostiene que las cortes y los líderes locales lo “frenan” en su deber de proteger al país. Sus asesores, como Stephen Miller, defienden que los manifestantes contra ICE o las políticas migratorias constituyen “una rebelión” contra la autoridad federal. Bajo esa interpretación, la Insurrection Act sería la llave legal para justificar un despliegue militar masivo en territorio estadounidense.
Y si la invoca, ¿qué? Si Trump firmara la orden, la Guardia Nacional tendría poderes plenos de policía: podrían hacer arrestos, controlar manifestaciones y realizar operativos junto a agentes federales (algo que ya se está viendo con el envío de la Guardia Nacionales a ciertas ciudades como Chicago, Portland, DC). La medida le permitiría saltarse a los gobernadores y tomar control directo de las fuerzas estatales. Sería la primera vez en más de 60 años que un presidente usa la ley sin acuerdo local, y marcaría un precedente inquietante para la democracia.
LA NUEVA BATALLA CAMPAL
En esta guerra no hay tanques en las calles, pero sí batallas legales en los tribunales. Desde Los Ángeles hasta Chicago, Trump está probando hasta dónde puede estirar su poder. Cada despliegue de la Guardia Nacional llega acompañado de demandas, audiencias de emergencia y advertencias judiciales sobre el riesgo de borrar la línea entre gobierno civil y poder militar. Una jueza federal lo resumió sin rodeos: “Somos una nación de leyes, no de ley marcial”.
El espíritu de la Constitución es evitar que un presidente concentre poder militar sobre los ciudadanos. Los fundadores, que conocían bien los abusos del ejército británico, crearon leyes como el Posse Comitatus Act para impedir que el Ejecutivo use a los militares como policía. La Insurrection Act rompe esa barrera. Por eso, cada vez que alguien la menciona, los constitucionalistas escuchan ecos de autoritarismo.
¿El mensaje final? Es simple, en medio de unas elecciones fundamentales para mantener el control, parece que las imágenes de los soldados en las calles refuerzan la narrativa de ley y orden. Usar esa tensión como herramienta política es el nuevo mantra: mostrarse fuerte, desafiar a los jueces y recordar a su electorado que, si no lo dejan mandar, siempre puede imponer.
LO QUE SE DICE
Y LO QUE NO.
NADA VOLVIÓ (NI VOLVERÁ) A SER IGUAL
Dos años después del ataque del 7 de octubre, que dejó más de 1,200 israelíes muertos, y del estallido de la guerra en Gaza, el mapa del Medio Oriente es otro. Israel debilitó a sus enemigos, sí, pero también su reputación internacional. Gaza, por su parte, dejó de ser un lugar: es un símbolo de devastación. Más de dos millones de personas viven desplazadas, y el territorio —según la ONU— es prácticamente inhabitable.
Two years ago, the world awoke to tragedy in Israel.
Today, we recommit to calling for the release and return of all hostages, to confronting the scourge of antisemitism wherever it rears its ugly head, and to praying for a peaceful end to the war in Gaza.
— Governor Kathy Hochul (@GovKathyHochul)
1:28 PM • Oct 7, 2025
En los titulares se repiten cifras y promesas: 67,000 palestinos muertos, 255 rehenes, un nuevo equilibrio regional y una paz que no termina de llegar. Pero lo que no se dice tan alto es que nadie ganó realmente, porque todos pierden en la guerra. Israel pagó un precio moral y político altísimo. Hamás perdió su poder militar, y los palestinos, una vez más, perdieron casi todo. Lo que antes era una guerra contra el terrorismo se volvió una guerra por el relato: quién tiene derecho a contarlo y quién merece ser escuchado.
Trump ahora intenta vender su “paz duradera”, con un plan que promete reconstrucción, reconocimiento palestino y la vuelta de Arabia Saudita al juego. Pero la pregunta es si una región tan fracturada puede volver a confiar en los acuerdos firmados sobre los restos de una guerra. Porque si algo demostró este conflicto es que el Medio Oriente no solo cambió sus fronteras políticas, sino también sus certezas. La diplomacia ya no tiene techo.
Lo que se dice es que la guerra está por terminar. Lo que no se dice es que el Medio Oriente que existía antes del 7 de octubre quizá no lo volvamos a ver.
Redactor: Paola Sardiña | Editor jefe: Marcos Marín